lunes, 7 de octubre de 2013

Y es que eso de pecar es mi manera de vivir


"No tengo miedo a eso que llaman eterno,
mis pecados son lo bueno que he pasado;
ni al que quiera condenar mi manera de vivir,
no tengo miedo.

No tengo miedo a ningún comentario
de quien dice que esta libre de pecado;
ni al que quiera censurar mi manera de vivir,
no tengo miedo.

No tengo miedo al paso del tiempo
mientras sepa que vivirlo es lo que cuenta;
y que nadie va a cambiar mi manera de vivir,
no tengo miedo".

Así que ya que parece que voy a acabar en el infierno de todas formas, he preferido entrar por la puerta grande e irme este fin de semana al festival Marearock a terminar lo que empecé, y es que mis pecados entre dos son más pecados.  

jueves, 26 de septiembre de 2013

Desde la última vez que nos vimos

Han pasado muchas cosas desde la última vez que te vi. En menos de una semana han pasado por mi cabeza cientos de ideas, y miles son las que he apartado de ella. En este tiempo sin ti he evitado pensar en nosotros, ya te habrás dado cuenta de que hacerlo duele; para lograrlo he intentado ocuparme haciendo mil cosas, me he vuelto un poco loca: ya prácticamente formo parte de las juventudes libertarias, colaboro en un voluntariado con niños, me he comprometido al proyecto de la biblioteca del cole de infantil, tengo las clases de italiano y las de conducir, hago deporte con Paloma... Además, busco estar constantemente rodeada de gente: procuro quedar todos los días y me apunto a prácticamente cualquier plan que se me ofrezca, de hecho el fin de semana que viene me voy a otro festival; estoy escuchando más música que nunca y he adquirido una repentina afición por las películas violentas que asusta un poco.

Pensar en el futuro asusta porque ya no estás en él y se me han roto todos los esquemas. Sé que la decisión fue mía, que lo hice porque creía que era lo mejor para los dos y que dije que sería irreversible; pero no puedo evitar pensar que igual me equivoqué y arranqué de mi vida a la única persona que podría darle un sentido completo. Me asusta imaginarme la rutina sin ti: la vuelta a las clases sin ir a buscarte a tu facultad, sin las tardes de estudio juntos en la biblioteca, sin nuestras conversaciones por teléfono hasta las tantas y sin tus cuentos para hacerme dormir. Me duele imaginar un mundo sin los sábados por la tarde solos en mi casa, sin tus mimos y tus atenciones diarias, y sin los besos en las escaleras mecánicas.

Supongo que todo esto será normal, así ha sido mi vida durante tres años y medio, y no puedo olvidarlo y no echarlo de menos de un día para otro. El caso es que no consigo despegarte de mi vida, ni si quiera he quitado nuestra foto de la pared, como si aún confiara en que algún día volverás a verla conmigo desde mi cama.

No sé qué va a ser de mí ahora: cada vez que un recuerdo nuestro me atormenta subo la música y pienso en otra cosa, pero sé que esto no puede durar eternamente, que algún día tendré que enfrentarme a ello y asumir que ya sólo eres eso, un recuerdo; pero es que estás tan vivo en mí que duele sólo de pensarlo.

Estoy llena de dudas y siento que sólo tenerte a mi lado podría tranquilizarme, que abrazarnos haría que todo fuera un poquito mejor, y que poder ayudarte sería la más eficaz medicina para mí. Y es que nadie nos conoce como el uno al otro, y esta torre que hemos construido en casi cuatro años se resiste a caer del todo dejando en pie algunas ruinas que, me temo, me acompañarán hasta el fin de mis días.