Han pasado muchas cosas desde la última vez que te vi. En
menos de una semana han pasado por mi cabeza cientos de ideas, y miles son las
que he apartado de ella. En este tiempo sin ti he evitado pensar en nosotros,
ya te habrás dado cuenta de que hacerlo duele; para lograrlo he intentado
ocuparme haciendo mil cosas, me he vuelto un poco loca: ya prácticamente formo
parte de las juventudes libertarias, colaboro en un voluntariado con niños, me
he comprometido al proyecto de la biblioteca del cole de infantil, tengo las
clases de italiano y las de conducir, hago deporte con Paloma... Además, busco
estar constantemente rodeada de gente: procuro quedar todos los días y me
apunto a prácticamente cualquier plan que se me ofrezca, de hecho el fin de
semana que viene me voy a otro festival; estoy escuchando más música que nunca
y he adquirido una repentina afición por las películas violentas que asusta un
poco.
Pensar en el futuro asusta porque ya no estás en él y se me
han roto todos los esquemas. Sé que la decisión fue mía, que lo hice porque
creía que era lo mejor para los dos y que dije que sería irreversible; pero no
puedo evitar pensar que igual me equivoqué y arranqué de mi vida a la única
persona que podría darle un sentido completo. Me asusta imaginarme la rutina
sin ti: la vuelta a las clases sin ir a buscarte a tu facultad, sin las tardes
de estudio juntos en la biblioteca, sin nuestras conversaciones por teléfono
hasta las tantas y sin tus cuentos para hacerme dormir. Me duele imaginar un
mundo sin los sábados por la tarde solos en mi casa, sin tus mimos y tus
atenciones diarias, y sin los besos en las escaleras mecánicas.
Supongo que todo esto será normal, así ha sido mi vida
durante tres años y medio, y no puedo olvidarlo y no echarlo de menos de un día
para otro. El caso es que no consigo despegarte de mi vida, ni si quiera he
quitado nuestra foto de la pared, como si aún confiara en que algún día volverás
a verla conmigo desde mi cama.
No sé qué va a ser de mí ahora: cada vez que un recuerdo
nuestro me atormenta subo la música y pienso en otra cosa, pero sé que esto no
puede durar eternamente, que algún día tendré que enfrentarme a ello y asumir
que ya sólo eres eso, un recuerdo; pero es que estás tan vivo en mí que duele
sólo de pensarlo.
Estoy llena de dudas y siento que sólo tenerte a mi lado
podría tranquilizarme, que abrazarnos haría que todo fuera un poquito mejor, y
que poder ayudarte sería la más eficaz medicina para mí. Y es que nadie nos
conoce como el uno al otro, y esta torre que hemos construido en casi cuatro
años se resiste a caer del todo dejando en pie algunas ruinas que, me temo, me
acompañarán hasta el fin de mis días.